Deseé la soledad.
Quise sentirla, experimentarla, saborearla, tenerla.
Quizás fue en momentos de agobio.
De desasosiego.
Momentos de frialdad, o de exceso de felicidad.
Deseé sentir más.
Más de lo que me sentía capaz.
Como si en ese momento no hubiese sido suficiente aquello que sentía, quise más.
Y ahora, simplemente estoy en las ruinas de todo aquello.
Intentando entender el porqué de esos deseos.
Inundada en soledad.
Pero lamentándome, porque en realidad, esto no es lo quería; o más bien, no es lo que ahora quiero.
Todo a mi alrededor parece carecer de sentido.
Incluso mi persona...