Somos completamente prohibidos.
No siempre nos tenemos el uno al otro, pero aún así desearía que fueses de mi propiedad. Mío. De nadie más. Poder admirarte cada mañana cuando me despierte y vea el sol salir a través de la ventana al lado de la cama donde nos compenetramos; donde nos hacemos uno, en esos momentos en los que podría acotar que sí, eres mío. Y yo tuya, porque es lo que deseo, que me consideres completamente tuya y me sacies de placer cada vez que me plazca. No tenemos sentimientos de por medio, solo deseo. Deseo de pasar las madrugadas incitándonos y excitándonos, porque para eso es lo único que funcionamos. Para darnos ese placer incontrolable que pensaría que solo la marihuana producía...
Pero te conocí a ti; en un instante efímero y en un encuentro casual que la vida nos propició. La luna es testigo de lo que sentimos, ''sentimientos muertos''; que buscan ser revividos por el placer, el placer de sentir el deseo sexual que tengo cuando te veo. Me provocas de una manera que no tienes idea, haces que te desee cada segundo dentro de mí. Cuando lo estás, me siento plenamente extasiada... Tantas emociones juntas me abruman, nunca pensé que causarías esta ola de sensaciones en mi ser; cada vez se hacen más las ganas de tenerte conmigo. Te esperan; te espera la persona a la que dices ''amar'', pero ésta palabra engloba tantos significados que hasta ya perdió el sentido completo de la palabra, el amor es relativo. El deseo que sentimos, es solo uno. Eres tú el que me causa esto, esa musa, esos pensamientos malévolos que me vienen a la mente en el mismo instante en el que pienso en ti... Incitándome a pecar, y ¿cómo no hacerlo? si contigo hasta pecando, me siento en el paraíso...
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