El tiempo, pasa como una tormenta de arena.
Los minutos, desaparecen como ventiscas arenosas en el desierto de sus pensamientos.
Entre sus dedos se encuentra la oportunidad de deshacerse fácilmente de aquellas partículas minúsculas enlazadas con su destino: recuerdos.
Ella contempla el cielo esperando alguna respuesta, una señal.
Las nubes se entrelazan entre sí formando un movimiento que se devela al unísono de sus pensamientos; lentos pero en sincronía.
Los contempla, pero no los entiende.
Los observa, pero no los tiene.
Los siente, pero no existen; definitivamente.
Ilusiones que van y vienen.
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