El destello de la luna aparecía reflejado en mi mirada abrumadora.
Embriagada de sensatez, reposaba sobre la esquina de la cuna de nuestro deseo. Sentía la brisa que desorientaba los inherentes pensamientos de mi razón.
Confundida sobre si el éxtasis provenía de mi mente carnal, o de mis golpes imaginarios de pasión... Excedida de tragos, comencé a maltratar mi mente con reflexiones y recuerdos sobre mi oscuro pasado. Sufrí una decepción al recordar la clase de errores que cometía y no razonaba al respecto, pero quizás todos aquellos influyeron en crear el tipo de persona que soy, y que seré de ahora en adelante. Quizás para eso funcionan los errores, solo para enmendarnos de alguna manera.
Las estrellas en el cielo parecían sobre expuestas en el manto que las cubría, como una sabana que enlazaba su destello. A plena medianoche me di vuelta y observé el reloj que colgaba en mi pared, había transcurrido tanto tiempo que ni siquiera lo asimilé con claridad, vi mi reflejo en el espejo que tenía detrás de mí y noté una pequeña lágrima de felicidad que se deslizaba por mi mejilla. Orgullosa de reflexionar sobre todo en mi vida, suspiré y seguí disfrutando de la copa de vino que tenía en mi mano, y del cigarrillo que posaba en la otra...
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