Nos encontrábamos juntos contemplando la luna desde una estadía cercana.
"Vamos a definirnos", me susurró.
Mi mente colapsó en el momento en el que escuché esa frase. ¿Definirnos? Pensé en silencio, esperando a que se le ocurriese algo más que decirme y que pudiera explicar el significado de esta frase inesperada. Pero no había más nada en el ambiente, además de un silencio ensordecedor que me aturdía el alma. Escuché un leve suspiro proveniente de su sentimentalismo; ''Te deseo'' me dijo. Yo, por mi parte, permanecía en abrupto silencio permitiendo que mi mirada hablase por mí, y en ese momento, notó el deseo en mis pupilas. Ese deseo que salía al universo, porque cada vez que estábamos cerca, sentía que viajaba a través de los planetas y hacia un recorrido por la luna, y las estrellas.
Agarró el cigarrillo que posaba en mi mano, y lo desechó de inmediato. Me sentí a sus pies. Y literalmente lo estaba, de rodillas en el suelo admirando aquello que me enloquecía y quería que introdujese en mí. Lo miraba con anhelo, como si de verdad fuese algo que me comería.
El espacio sideral conspiró para que nos acopláramos en un instante absurdo y efímero como lo fueron los minutos que estuvo dentro de mí.
Inspirando y respirando placer cerca de las nubes.
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