A partir de cierta hora de la noche
comienzo a añorarte. Y pensándote e imaginando millones de universos
descomunales que den paso a tu mirada; la madrugada nos da un toque de
melancolía. Me envicia escribir y me llegan ideas absorbentes a la mente, me confunde
también, él hecho de pensar y masturbarme pensando en alguien que puede (o no), pensar en mí, en
ese momento todo es relativo, él amor y él odio que siento por la misma
persona. En la madrugada te vuelves tu mismo, la puta que llevas dentro, él
poeta que toca tu mente para que la abras y escribas, un romántico empedernido,
obsesos del control acosando a su pareja por él mismo temor de ellos mismos de
que los abandonen, cinéfilos; obsesionados con películas absurdas que hacen que
su insomnio sea más fácil de llevar, etc. Es que él insomnio no es más que un
montón de pensamientos acumulados en un determinado y pequeño espacio, nuestra mente. Esos
pensamientos constantes siempre vienen acompañados de pensamientos melancólicos
que nublan nuestro ser, y para ser despejados sólo se necesita ser paciente, y
un montón de cajas de cigarros. Lo bueno es que la luna me acompaña, con su
suave esplendor solo me dan ganas de admirarla hora tras hora, está tan lejos y
se ve tan cercana, como tú.
Te echo de menos en la madrugada, era él
tiempo que utilizábamos para conversar, hasta que saliera él sol, separados por
Km de distancia, pero aun así nos sentíamos completamente juntos. Y no puedo
evitar pensar en tu ausencia, porque es de madrugada; Y no te tengo...
Pero te deseo, aquí, donde mas duele, en
mi cama. Te pienso cada minuto y es tan perturbante, porque sé que no volverás
y la madrugada seguirá transcurriendo y yo empezare a disfrutar de la soledad
que esta me propicia, insatisfecha aunque conforme.
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