jueves, 14 de julio de 2016

La Madrugada


A partir de cierta hora de la noche comienzo a añorarte. Y pensándote e imaginando millones de universos descomunales que den paso a tu mirada; la madrugada nos da un toque de melancolía. Me envicia escribir y me llegan ideas absorbentes a la mente, me confunde también, él hecho de pensar y masturbarme pensando en alguien que puede (o no), pensar en mí, en ese momento todo es relativo, él amor y él odio que siento por la misma persona. En la madrugada te vuelves tu mismo, la puta que llevas dentro, él poeta que toca tu mente para que la abras y escribas, un romántico empedernido, obsesos del control acosando a su pareja por él mismo temor de ellos mismos de que los abandonen, cinéfilos; obsesionados con películas absurdas que hacen que su insomnio sea más fácil de llevar, etc. Es que él insomnio no es más que un montón de pensamientos acumulados en un determinado y pequeño espacio, nuestra mente. Esos pensamientos constantes siempre vienen acompañados de pensamientos melancólicos que nublan nuestro ser, y para ser despejados sólo se necesita ser paciente, y un montón de cajas de cigarros. Lo bueno es que la luna me acompaña, con su suave esplendor solo me dan ganas de admirarla hora tras hora, está tan lejos y se ve tan cercana, como tú.
Te echo de menos en la madrugada, era él tiempo que utilizábamos para conversar, hasta que saliera él sol, separados por Km de distancia, pero aun así nos sentíamos completamente juntos. Y no puedo evitar pensar en tu ausencia, porque es de madrugada; Y no te tengo...

Pero te deseo, aquí, donde mas duele, en mi cama. Te pienso cada minuto y es tan perturbante, porque sé que no volverás y la madrugada seguirá transcurriendo y yo empezare a disfrutar de la soledad que esta me propicia, insatisfecha aunque conforme.


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